martes, 19 de mayo de 2015

El lobo ibérico (Canis lupus signatus), en el Oeste de Salamanca.

Despúes de saber que un macho de lobo adulto, ha sido abatido en nuestra zona de trabajo, difusión y “campeo” que además desde la Asociación conocemos bastante bien, nos apetecía dejaros este artículo, el cual salió publicado en la Revista OSNATUR Nº 5.

Desde la Junta han dado los datos, el ejemplar, un macho adulto, ha sido abatido por miembros de la patrulla del lobo, debido a varios ataques que habían tenido lugar en la zona y a las presiones por parte de agrupaciones como ASAJA que ya han comentado en numerosas ocasiones su total oposición a la existencia del Lobo Ibérico campando a sus anchas por el Oeste Ibérico.

Actualmente en Salamanca se tiene constancia de unas 5 o 6 manadas.
Ilustración de Lobo ibérico, por Victoria Romo.

Historia

El lobo ibérico (Canis lupus signatus) es una de las 32 subespecies de Canis lupus que existen en el mundo. Su distribución por toda la Península Ibérica fue reducida desde principios del siglo XIX debido a la persecución y caza indiscriminada, como consecuencia de la ley aprobada por el Príncipe de Asturias en la que se permitía la caza entre marzo y diciembre de 1816, recompensando con 160 reales a quien matara a un lobo adulto y 32 reales por un cachorro. Esta política continuó con la “Ley de alimañas” de 1953, que trataba al lobo como una plaga considerándolo dañino. Fue en 1966 cuando el Estado Español se planteó la necesidad de conservar determinadas comarcas caracterizadas por poseer valores agrestes y cinegéticos sobresalientes, creándose la Ley 37/1966 por la que se establecían 23 Reservas Nacionales de Caza (1). Esta ley nacía con una filosofía conservacionista, supeditando la caza a la conservación. Pero fue a principios de los setenta cuando el trato hacia el lobo cambió, con la Ley 2/1973, que constituía 13 nuevas Reservas Nacionales de Caza entre las que se incluía la “Sierra de la Culebra”, donde se convertía en el taxón más valioso de la Reserva.

Conservación al sur del Duero

Quizá la legislación más conocida sobre la conservación del lobo sea la Directiva 92/43/CEE o Directiva de Hábitats, que considera al lobo una especie a proteger al sur del Duero, debido a las pocas poblaciones presentes en dicho territorio como consecuencia de la caza, la presión ambiental por destrucción de su hábitat, fragmentación de su territorio y falta de recursos naturales.

Plan de Conservación y Gestión del Lobo en Castilla y León

El “Plan de Conservación y Gestión del Lobo en Castilla y León” contempla la realización de censos regionales del lobo cada diez años (el último se realizó entre 2012 y 2013), con el fin de determinar el estado y evolución de las poblaciones de lobos en la región y sus problemas de conservación y gestión.

Sus objetivos son: determinar la distribución de la población reproductora, conocer la localización de las manadas, deducir la evolución de la población entre el último estudio y el actual y estimar el tamaño aproximado de la población.

Recogida de datos

Previamente a la realización del estudio, se recogen los datos obtenidos por agentes forestales, celadores de caza y presidentes de cotos de caza menor y mayor de cada provincia. En estos datos se informa sobre la presencia a través de avistamientos y foto-trampeo, reproducción, mortalidad de lobos, daños al ganado, presencia y daños de perros y sobre otros problemas de conservación y gestión. A éstos datos se les añaden los obtenidos por el trabajo de campo, en el que se incluyen: entrevistas personales a pastores y habitantes locales; itinerarios de muestreo, a pie y en coche, para localizar indicios de lobos; y esperas y sesiones de aullidos simulados para detectar camadas.

La presencia de lobo se confirma al encontrarse por lo menos un indicio (excremento, rascadura, etc.) en las cuadrículas UTM 10 x 10 km a lo largo de la región (2).

A diferencia de otros censos, la Junta señala que en este último se estudiaron todas las cuadrículas, tuvieran o no indicios de lobo, al contrario que en otras ocasiones, en las que sólo se confirmaba en aquellas que tenían presencia previa. Cada itinerario se ha rastreado dos veces durante la estación reproductora, dejando transcurrir un lapso de, al menos, un mes entre el primer y segundo rastreo. En los lugares donde se detectan acumulaciones de indicios, se realizan esperas o sesiones de aullidos simulados, con el objetivo de ver a los cachorros u oírlos aullar.
Huella de lobo ibérico en Villar de la Yegua observada por miembros de AOSNAT.


El censo contabiliza un total de 179 manadas (20% más con respecto al censo de 2001), 152 corresponden al norte del río Duero y 27 al sur del Duero.

Se ha confirmado la reproducción en el 73% de las manadas determinadas. Se calcula que durante la época estival, hay 1.600 lobos en Castilla y León (4). Se ha estimado un aumento del 26% en el área de distribución al sur del Duero, datos que indican que esta especie está en disposición para avanzar hacia el sur en su área de distribución.

Alimentación

La dieta del lobo se encuentra fuertemente condicionada por el alimento disponible en el área que habita y es tan variada que comprende: carroña, ungulados forestales (ciervos y corzos) y el ganado doméstico. Además, pueden acudir a los vertederos donde aparte de buscar entre la basura, pueden capturar zorros y perros. Otros animales que forman parte de su alimentación son: jabalíes, rebecos, pequeños y medianos carnívoros (ginetas, gatos, comadrejas…) e, incluso, materia de origen vegetal como arándanos, fresas, madroños, bellotas, moras…

La depredación sobre el ganado doméstico, causa de gran controversia a cerca de la conservación del lobo, y varía en función de los recursos alimentarios. Las bajas incidencias se dan en zonas de baja densidad humana, donde existen buenas poblaciones de ungulados salvajes, así como la existencia de muladares donde pueda alimentarse de carroña.

Técnicas de caza

El lobo es un carnívoro social, y utiliza técnicas cooperativas de caza que le permiten acceder a presas de gran tamaño, imposibles de obtener en solitario. Requieren una cohesión y comunicación muy alta dentro de la manada, favorecidas por le estricta jerarquía existente dentro del grupo.

Presentan diversas tácticas, la más utilizada es la persecución a grupos de ungulados con el fin de aislar y abatir a algún ejemplar joven, viejo o enfermo. El animal elegido será acorralado y asediado por toda la manada. El macho dominante ataca de frente, mientras que el resto lo hace por los laterales, buscando infringir heridas en el vientre que debiliten al animal y aceleren el proceso. Una vez agotada a la presa, su vida acabará con un mordisco en el cuello (3).

En otras ocasiones  tratan de esperar a grupos de ungulados en zonas donde el terreno forme un cuello de botella, para poder acorralarlos, o dirigirlos hacia esa orografía.

Conservación del lobo

La conservación del lobo es un campo en el que se mezclan un sinfín de factores sociales, económicos, ecológicos y emocionales. La recolonización de áreas ganaderas ocasiona conflictos, lo que se traduce en que su conservación no es salvar a la especie, si no tratar de gestionarla de manera adecuada.

En 1995 Fuller describió la “capacidad cultural de carga del hábitat” como el número de lobos que la sociedad estaría dispuesta a tolerar en un momento y lugar determinados.

Mientras que las indemnizaciones por daños al ganado y las acciones de sensibilización aumentan la capacidad de carga cultural del hábitat, las noticias sensacionalistas, el papel de los sectores anticonservación y los grupos radicales ultraconservacionistas, dificultan la aceptación del lobo en la sociedad con sus exageradas visiones y, por tanto, disminuyen la capacidad de carga cultural agravando el conflicto.
“existen dos lobos, uno fantástico y otro real. El primero es la suma de una infinidad de historias, leyendas, cuentos, tradiciones, proyecciones de la fantasía (…) El segundo es Canis lupus signatus, 1758, un animal de carne y hueso (…) que constituye el objeto de estudio de la biología.” (Luigi Boitani, Dalla parte del lupo, 1986).

Bibliografía
(1) Vicente, J.L, Rodríguez, M., y Palacios, J. Gestión del lobo ibérico en la reserva regional de caza “Sierra de la Culebra” (Zamora), 2000, Galemys,  12: 181-199.
(2) Blanco, J.C y Cortés, Y. El lobo en Castilla y León, 1997, Revista Biológica , 10.
(3) Arija, C.M., Biología y Conservación del Lobo Ibérico: crónica de un conflicto, 2010, Revista electrónica de Veterinaria, vol. 11, número 6: 1-18.
(4) http://www.comunicacion.jcyl.es/


         Por Victoria Romo.

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